Terapia de grupo virtual

Curarse por Internet

Formato: 23 x 16 cmISBN: 978-950-892-476-6Cantidad de páginas: 184Año de publicación: 2014Edición: 1a. ed.

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En el año 2008, siendo profesor titular de la materia de grado Teoría y Técnica de Grupos Terapéuticos, presenté en el Departamento de Investigación de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) a cargo de la Lic. Gabriela Iglesias un proyecto de terapia de grupo virtual que fue aprobado con el apoyo entusiasta de la Lic. Paulina Spinoso y del decano, Lic. Eduardo Said. Al año siguiente los directivos mencionados enviaron una circular a los alumnos de la carrera de Psicología para participar de la experiencia; luego se realizó una reunión en mi consultorio donde se establecieron las pautas para el comienzo con el primer grupo de voluntarios. En julio del 2009 llegó el día esperado, ese miércoles a las 10 de la mañana se iniciaba la primera sesión de un grupo pionero mundial en terapias por Internet.
Deleuze y Guattari tuvieron una genial predicción al describir las máquinas deseantes, pero estaban referidas a la subjetividad; no percibieron el fenómeno de Internet y consideraban lo virtual como lo actual. Mis ficciones ubican a las máquinas deseantes como megacomputadoras que tienen vida propia, deseos y proyectos autónomos. Desde esta visión futurista en los seres humanos avanza cada vez lo maquinal y las máquinas se transforman en deseantes, la técnica está implantada en el cuerpo, los celulares serán los próximos transformadores instalados en el psiquismo, cuyo paso siguiente consistirá en la mutación del cerebro humano con el comercio de los pensamientos, que perderán su opacidad hacia adentro y afuera, se podrán tanto leer como inyectar. En ese caso el ser humano sería una megacomputadora, una verdadera máquina deseante al estilo deleuziano que, alejada del circuito sexual, arribaría a un sujeto múltiple virtual clonado, despojado de afectos y erotismo. La distancia entre los humanos y los objetos tecnológicos comienza a diluirse.
Surgen entonces algunas inquietantes preguntas: ¿Cuál será el destino del sujeto múltiple virtual? ¿Ante el avance de los objetos, qué prácticas de libertad conservará el ser humano? ¿Nos convertiremos en esclavos de la tecnociencia? ¿O bien arribaremos a un mundo donde la virtualidad podrá aportar significativas mejoras en la condición humana? Este debate y el destino de la humanidad permanecerán abiertos a las nuevas generaciones.

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